En la cuestión del sexo de los loros, hay opiniones para todos los gustos. Hay quien dice que los machos prefieren a las mujeres como dueñas y las hembras a los hombres. Hay quien dice que los machos hablan más, otros dicen que las hembras hablan más. Hay gente que prefiere machos porque son más grandes y más coloridos, etc…
Personalmente opino que salvo excepciones, cada loro es un mundo independientemente del sexo a que pertenezca. Cada uno tiene sus propias preferencias y no creo que estas teorías estén demostradas en absoluto, y en cualquier caso, lo que sí es evidente es que ninguna de ellas es exacta. Lo que ocurra en nuestro caso en concreto no tiene por qué cumplir en absoluto lo que se cuenta popularmente.
La cruda realidad es que salvo honrosas excepciones, resulta imposible adivinar el sexo de los loros a simple vista o al menos es imposible estar seguros. Unas pocas especies de papagayos son dimórficas (machos y hembras son diferentes en su aspecto externo). El loro ecléctico (Eclectus roratus ssp.) es el ejemplo más claro en el que las hembras son básicamente rojas y los machos verdes.
En muchas especies, aunque no podemos hablar de un dimorfismo claro, hay ciertos indicios que nos permiten adivinar con un cierto grado de seguridad el sexo de nuestro loro. El yaco (Psittacus erithacus erithacus) es un buen ejemplo de esto. Machos y hembras son similares, pero los machos habitualmente son más grandes y oscuros que las hembras y si comparamos entre un grupo, no nos resultará difícil elegir a simple vista el sexo que queremos.
A pesar de ello, y aún teniendo en cuenta estos indicios, en este grupo de loros para estar seguros al 100%, tendremos que proceder al sexaje del ejemplar elegido. Por último hay otras aves (los guacamayos por ejemplo) en las que no hay absolutamente ningún indicio que nos permita saber a priori el sexo. Veremos diferencias individuales, unos grandes y otros pequeños, unos más picudos y otros menos, pero a la hora de la verdad, el grande es macho y el pequeño también, y sin embargo el otro que parecía igual es hembra.
En mi opinión, a la hora de tener una mascota, no tiene importancia de qué sexo sea nuestro loro. La mayoría de las cuestiones se resuelven con un buen entrenamiento.
Evidentemente, si lo que pretendemos es criar loros, no nos quedará más remedio que practicar el sexaje si queremos estar seguros de contar con una auténtica pareja para la cría. En estos casos es importante saber que el comportamiento de los loros no permite EN ABSOLUTO saber el sexo de la pareja. En los loros es muy frecuente la formación de auténticas parejas homosexuales y en estos casos, lo normal es que uno de los ejemplares asuma el rol del sexo opuesto y se den apareamientos, ceba de uno por parte del otro, y en general todo el comportamiento típico de una pareja a punto de reproducirse.
En cualquiera de los casos, si por la razón que sea queremos saber el sexo de nuestros loros, existen dos métodos que nos permitirán saberlo con seguridad.
Sexaje Quirúrgico o Endoscopia
Lo tiene que hacer un veterinario ya que se hace bajo anestesia general y es una intervención quirúrgica en toda regla (aunque sencilla y de muy bajo riesgo). Básicamente consiste en practicar una pequeña incisión entre las dos últimas costillas, e introducir por ella un endoscopio. De esta manera podemos observar el interior del ave y ver si tiene testículos u ovarios. Esta intervención es relativamente agresiva y como todas las operaciones que impliquen el uso de anestesia tiene un cierto riesgo para la vida del ave, aunque no es grande. En mi opinión es la técnica más aconsejable si el loro va a ser destinado a la reproducción ya que nos proporciona mucha más información que el sexo. Un buen veterinario puede aprovechar el sexaje para hacer un chequeo al interior del ave y observar si hay alguna anomalía en los riñones, sacos aéreos, pulmones, bazo, glándula suprarrenal, etc… Además esta técnica nos permite determinar el grado de desarrollo de las gónadas (si el ave está sexualmente activa o no) e incluso nos da una orientación sobre la edad del loro.
Esta técnica es mucho menos agresiva que la anterior. Consiste en recoger una muestra de sangre o de plumas que se envían al laboratorio y que tras ser analizadas nos determinan el sexo del ejemplar. El inconveniente del sexaje por ADN es que solamente será capaz de darnos el sexo del ave, pero ninguna otra información. También hay que decir que mediante esta técnica es posible tener un pequeño margen de error. Al final, la elección del método a seguir depende única y exclusivamente del propietario del ave. Cualquier criador que se precie debería poder ofrecer tanto una como la otra alternativa.