La cría a mano marca la diferencia entre un loro y un dueño felices y los que no lo están.
La cría a mano es una de las partes fundamentales de nuestro trabajo. Hay mucha gente que piensa que no debería hacerse porque es antinatural o incluso porque consideran un acto cruel separar los pichones de sus padres. Es cierto que es antinatural, pero la tenencia de loros en cautividad es antinatural por sí misma. En cuanto a la crueldad de separar a los padres de sus huevos o pollos, por desgracia esto es también muy frecuente en la naturaleza dado que los nidos son bastante vulnerables ante todo tipo de depredadores que con mucha frecuencia destruyen puestas o camadas de crías.
En Blue Macaws España S.L. estamos convencidos de que la cría a mano es fundamental. En especies corrientes que habitualmente están destinadas a ser mascotas, la cría a mano marca la diferencia entre un loro y un dueño felices y los que no lo están. Al criar un pichón a mano, conseguimos cambiar su manera de vernos, y hacemos que en lugar de ser su peor enemigo natural, seamos vistos como otro loro más de su bandada, y pasemos a ser el grupo de loros que normalmente debería vivir con él.
El proceso de cría a mano empieza en el mismo momento del nacimiento. Cuando este se produce, el pichón tiene aún una gran parte de la yema del huevo (saco vitelino) dentro de su abdomen aún sin consumir. Esta es la razón por la que cuando un pichón nace, esperemos un mínimo de 6 horas antes de empezar a alimentarlo a mano. La alimentación se hace mediante una jeringuilla a la que acoplamos una sonda blanda de látex. La sonda es aceptada perfectamente por el pichón que en poco tiempo aprende a tragarla como si se tratara de cualquier comida y nos permite alimentar directamente en el buche controlando exactamente la cantidad de comida que se da en cada toma. La alimentación con sonda tiene dos ventajas fundamentales sobre cualquier otro sistema. Una de ellas es el hecho de que el trabajo se hace muchísimo más rápido que por ningún otro sistema y la segunda y más importante es que nos permite alimentar al pichón sin mancharlo en absoluto con la papilla. Esto es fantástico dado que cualquier resto de comida en los alrededores del pico puede terminar generando infecciones por cándidas y otras bacterias y hongos, provocando gravísimos problemas de salud a los pichones.
La alimentación se hace mediante una jeringuilla a la que acoplamos una sonda blanda de látex. La sonda es aceptada perfectamente por el pichón que en poco tiempo aprende a tragarla como si se tratara de cualquier comida
Durante los primeros días de vida de los pichones, son alimentados cada dos horas desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la madrugada. Posteriormente vamos espaciando las tomas según veamos la necesidad. Lo que marca la necesidad de alimentar o no, es el estado en que se encuentre el buche. Es importante que el buche esté vacío antes de volver a alimentarlos o como mínimo el buche tiene que vaciarse completamente una vez al día. Esta es la única manera de evitar las tan peligrosas fermentaciones de buche que con mucha facilidad pueden acabar con la vida de un pichón.
Durante los primeros días de vida, los pichones se mantienen uno a uno en pequeños cuencos de plástico sobre servilletas de papel absorbente que son cambiadas con cada toma. Entre las dos y tres semanas son trasferidos a recipientes más grandes que albergan tres o cuatro pichones juntos aún sobre servilletas de papel. Con esta edad los marcamos con rotuladores de diferentes colores que nos permitirán tenerlos identificados hasta el momento en que podamos anillarlos hacia las 4 semanas de edad.
Hacia la tercera semana de vida es cuando los pichones abren los ojos y hacia las 5 semanas las plumas empiezan a crecer. Hacia los dos meses y medio están casi emplumados y pueden empezar a comer algo de comida sólida y ya con 4 meses la mayoría de ellos están totalmente independizados.